Tras dos años sin pisar la nieve ni el hielo, por fin me he quitado el mono. Este martes, día 8 de abril, para celebrar mi cuadragesimotercer cumpleaños, nos hemos escapado al techo de Madrid. Con mi pareja alpina habitual quedamos en la Fonda Real (pasado el pueblo de Navacerrada) para subir en un sólo vehículo. Llegamos al Puerto de Cotos, nos calzamos las botas de siete leguas, protección solar y... Para arriba. Previamente pasamos por la caseta de los guardias para ver cómo estaba el asunto: riesgo 2 por caída de cornisas y más bien por la tarde; sin problemas de placas. Así que decidimos subir por algún tubo.
Nos dirigimos directamente hacia la Laguna de Peñalara. A esa hora, las ocho de la mañana, todavía estaba dura la nieve en el camino; si no fuera porque no la había en algunos tramos, los crampones tampoco nos hubieran sobrado, pero no nos los pusimos hasta afrontar la subida.
La laguna estaba todavía helada, de unos 10 a 15 cm de espesor, si bien en los bordes escaseaba el hielo. Desde allí se divisaban restos de aludes bajo la cornisa. Y antes de subir siempre tienes la misma duda: ¿Tubo Central o Ceja? Esta vez nos decidimos por el central, y fue todo un acierto, porque aunque la nieve ya estaba empezando a ponerse papa nos desviamos por el canalillo que sube por la izquierda hasta encima de La Ceja, y ese, que siempre está en sombra, estaba en muy buenas condiciones, aunque no era hielo puro, pues podías hundir el mango del piolet. La mayor complicación, pues solo llevaba un piolet, estaba en superar un escalón sin nieve y algo de hueco entre la nieve y la roca. En esos momentos tan complicados no se nos ocurrió sacar fotos. Sudor y adrenalina.
Después sorteamos las cornisas (nieve papa) y salimos a la loma; aquí la nieve estaba muy dura, casi hielo. Llegamos sin complicaciones hasta la cumbre de Peñalara. Pero el viento resultaba desagradable, de modo que buscamos un parapeto que encontramos camino de Los Claveles, una especie de medio tubo horizontal. Tomamos un tentempié antes de afrontar el siguiente tramo de adrenalina: la arista de Los Claveles.
En la arista había suficiente nieve y hielo para pasar sin problema con los crampones, aunque en algunos puntos se estrechaba demasiado. El ambiente aéreo y el peligro de deslizamiento hacía subir las pulsaciones y como las fotos las sacábamos con el móvil en este tramo decidimos no hacerlas y poner toda la atención en nuestros pies.
Ya superada la arista bajamos hasta la laguna de Los Pájaros y volvimos hacia el circo de Peñalara. Lo cierto es que nos quedamos con las ganas de subir por algún canal de los que se ven desde allí abajo, pero ni ya era hora, ni estábamos muy boyantes de energía. Al entrar en el circo lo hicimos por la cara que daba al sur, que no tenía nieve, así que durante un tramo de piornos y piedras nos fue difícl avanzar, ya que decidimos no quitarnos los crampones. Dimos toda la vuelta al circo a media altura para salir por encima del refugio de Zabala.
Una vez allí comimos un poco, nos quitamos los crampones (o más bien viceversa) y continuamos camino abajo hasta el aparcamiento de Cotos. Nos cambiamos, estiramos un poco y nos fuimos a tomar algo al Marcelino. Pero hacía tanto calor en la terraza que nos tomamos el refresco rápidamente. Bajamos a la Fonda Real, donde estaba el otro coche y nos tomamos un café con una gran porción de tarta.
En fin, aquí dejamos una cuantas fotillos:
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