Distancia: 8'8 km. (ida y vuelta)
Desnivel: 100 m. de subida (y otros tantos de bajada).
Tiempo con paradas 3 h. 30 m.
Me levanté el viernes, 17 de mayo, un tanto despistado (Gema dice que, más que despistado, desinteresado) y no me enteré muy bien de lo que íbamos a hacer (hay que decir que en este viaje casi toda la organización se la dejé a ella). Pensé que la rutilla ésta sería un paseíto y ni siquiera me vestí para ir de campo.
Salimos del apartamento a las 10:00 am hacia el norte de la isla, hacia La Oliva y Villaverde, pero son casi 100 km y con las paradas llegamos a Villaverde a las 12:00.
La idea era primero visitar un tubo volcánico en el que han instalado un centro de interpretación de la naturaleza, pero estaba cerrado. De hecho estaban cerrados todos y cada uno de los centros de interpretación de la isla por los que pasamos. ¿Consecuencia de la crisis? Quizá, pero ¿por qué la crisis siempre afecta primero a la educación y la cultura? En fin, esto no es un blog de política.
Así que tuvimos que cambiar los planes y realizar la marcha por la mañana... Por la mañana es un decir, porque cuando comenzábamos a andar ya eran las 12:30. Y durante un buen trecho del camino nos acompañó un amiguito un tanto flaquito:
La idea era recorrer el camino señalado en la guía turística de La Oliva visitando dos volcanes, la Montaña Negra y la Montaña Blanca (aunque esta última en el mapa del IGN viene como Montaña Pajarita). Como se puede observar en las fotos el paisaje es semidesértico, aunque a un lado del camino existía una explotación de pitas, no sabría decir si abandonada.Y, por supuesto, por todos los lados, solitarias o en rebaños, las omnipresentes cabras.
Montaña Negra a la izquierda |
Pitas y Montaña Negra |
Como curiosidad cabe destacar que en muchas zonas el suelo estaba tapizado de un rojo/granate intenso, color que le daban unas plantas rastreras de las que no he podido determinar su nombre.
En la guía la ruta bordeaba los volcanes, aunque se decía que a la Montaña Negra se podía subir fácilmente, bien es cierto que por en nordeste, y no por el noroeste (como se allí se decía). Y como visitar los cráteres es algo que nos fascina, pues allá que fuimos. A media subida encontramos una especie de pequeño cráter secundario, aunque no sabría decir si no se trataría más bien de una antigua cantera. Y otra curiosidad: había dos canalones rellenos de maíz. No sabemos muy bien para qué, si para las aves del entorno, para las gallinas de la granja cercana (al pie del volcán) o para las también muy extendidas, aunque más difíciles de ver, ardillas morunas.
La ardilla moruna es una especie invasora procedente de África y al parecer es muy voraz, se come todo lo que encuentra y no tiene depredadores, de modo que es considerada una plaga. En algunos sitios, en cambio, parecen gozar de la simpatía de los transeúntes.
Cartel antiardillas en el macizo de Betancuria |
Ardilla Moruna en pared de Morro Jable (la mano no es nuestra, es de una alemana) |
Y tras algún que otro traspiés, sin que el contenido de mi mochila tocara el suelo, llegamos al borde del cráter, encontrando esto que veis en la foto (quizá un poco deformada, que es lo que tienen las fotos panorámicas montadas con Photoshop): un cráter pequeñito pero resultón.
Y hacia fuera del cráter tenemos unas magníficas vistas de la parte norte llegando a ver las dunas de Corralejo, la isla de Lobos y Lanzarote (se puede pinchar en la foto para verla más grande).
Y después bajamos al cráter, el cual parece ser estuvo dedicado a terreno de cultivo, por la tierra del fondo, diferente a la circundante, y a las gradas en las paredes del cráter para evitar desprendimientos, . Ahora, sin embargo, sólo crecen unos matojos y algún resto del cultivo que sirvió para dar sombra a Rafa. Nosotros, en cambio, tuvimos que soportar el calor no atenuado por el viento que soplaba fuera del cráter.
Tras haber comido y descansado durante 50 min. nos pusimos de nuevo en marcha bajando por donde habíamos subido
y tomando la pista que bordeaba el volcán para volver al camino que
indicaba la guía. No obstante, previamente y desde las alturas habíamos
decidido no realizar la ruta completa, pues eran 17 km. por pistas como
la que habíamos llevado hasta el momento. Preferíamos subir a la Montaña
Pajarita (si es que era posible) y volver por el mismo camino. Así que una vez a sus pies continuamos por un sendero que terminaba en una cantera abandonada: la tierra negra y las paredes del volcán descarnadas,
aunque nada comparado con lo que hicieron en el Croscat, en la Garrocha (Gerona), desde 1966 a 1991:
(La declaración del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrocha, en 1982, arranca de las movilizaciones populares que se produjeron contra la destrucción de este volcán, el último en entrar en erupción en la península). Pero volvamos a Fuerteventura y a la Montaña Pajarita: a sus pies se encuentra una explotación de cabras que, pese a estar vallada, sus habitantes se mueven en relativa libertad por los alrededores.
Finalmente no pudimos subir al volcán y ver su cráter, el terreno era demasiado inestable para andar con el pequeño a cuestas; podía habérselo dejado a Gema, pero ya estaba dormido y... En fin, todos sabemos cuánto nos molesta que nos despierten, ¿no? Bueno, de todos modos podemos poner la foto de alguien que sí estuvo allí, Majalulo (foto de wikiloc):
En su lugar quise dar la vuelta al volcán, pero hubo diferencias de criterios entre los miembros de la expedición... En la siguiente fotografía me veis caminando a lo lejos (por la falda de las Calderas Blancas, volcán anejo a La Pajarita) mientras la fotógrafa permanecía en su puesto a la espera de que me diese cuenta de la situación.
Al final volvimos por el mismo camino, aunque bordeando la Montaña Negra por el otro lado. Después nos encaminamos hacia Corralejo para ver las dunas y a ser posible darnos un bañito, pero hacía un poco de viento y a veces se nublaba el cielo. Aquí dejamos unas fotos: